Activitat 1

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Intervenció al debat virtual

A continuació se us mostren dos textos en què s’aborda la qüestió de la reescriptura textual: el primer, elaborat amb una intencionalitat clarament irònica, mostra els passos que cal seguir per redactar malament un text; el segon, totalment reflexiu, analitza la qualitat dels textos elaborats pels estudiants universitaris.

Ambdós textos esdevenen el punt de partida per al debat formal que se us proposa: reflexionar sobre la relació existent entre reescriptura i eficàcia comunicativa, per una banda, i entre reescriptura i aprenentatge, per l’altra. Tingueu en compte les aportacions dels vostres companys quan feu les vostres intervencions. Feu-ne tantes com vulgueu, però que cadascuna aporti novetats al debat.

[1] LAS BASES PARA UNA MALA REDACCIÓN

Son numerosos los libros y artículos sobre buena redacción, pero ¿dónde puede uno encontrar consejos prácticos y seguros sobre cómo escribir mal? Una mala redacción es tan común que cualquier persona instruida debiera saber algo acerca de ella. Muchos científicos redactan pobremente, pero quizás sólo por intuición, sin percibir claramente cómo logran sus resultados. Un artículo sobre las bases de la mala redacción pudiera ayudar a que cobren conciencia del arte de escribir mal.

Todo autor se considera bien calificado para redactar mal un artículo, ya que puede escribir mal sin siquiera intentarlo. El estudiante promedio encuentra sorprendentemente fácil aprender los trucos esenciales de una mala redacción, pero para hacerla en forma congruente, deben conocerse unos cuantos principios esenciales: 1) olvide al lector, 2) sea prolijo, vago y pomposo, y 3) no revise.

1) Olvide al lector. El mundo está dividido en dos grandes grupos: usted y los otros. Un poco de oscuridad o tortuosidad al redactar mantendrá a los otros a distancia segura; si se acercan pueden ver demasiado. Redacte como si escribiera un diario personal, mantenga su mente concentrada en el tema sin pensar en el lector. […] Practique una técnica de cara dura, manteniendo todos los hechos e ideas en el mismo nivel, o dándoles el mismo énfasis, sin indicaciones sobre la importancia relativa y sin intentar una secuencia lógica. Use frases largas que contengan muchas ideas débilmente relacionadas entre sí. La conjunción Y es el lazo de unión de empleo más frecuente en una mala redacción, ya que no indica causa o efecto, ni distingue entre las ideas principales y las subordinadas. […] Esto no es todo, necesita usted disfrazar las transiciones del pensamiento. […]

En cualquier escrito técnico omita unos cuantos detalles, sobre todos aquellos detalles que la mayor parte de los lectores necesitan saber. Puesto que usted tuvo que descubrir estas cosas por el camino difícil, ¿por qué hacerlas fáciles para el lector? Evite definir los símbolos. […]

2) Sea prolijo, vago y pomposo. Los pecados capitales de la mala redacción son sencillez y concisión. Evite ser específico, esto lo limita, use bastante verborrea: incluya muchas palabras y oraciones superfluas. Un pensamiento árido le sugiere al escritor que la verborrea sirva en cierta forma como un pretexto o aun como un halo místico por medio del cual puede glorificarse una idea. Una nube de palabras sirve para ocultar los defectos de la observación o el análisis, bien por la oscuridad que provoca o porque distrae la atención del lector.

Introduzca nombres abstractos en cualquier instante […]; haga uso frecuente de las palabras CASO, CARÁCTER, CONDICIÓN, PRIMERO y ÚLTIMO, TIPO, TAL, MUY. Abuse de los gerundios, y empiece con ellos las oraciones más largas. […]

En vez de escribir con concisión “Las fechas de varias observaciones son dudosas”, escriba “Empero, se debe mencionar que en el caso de varias observaciones hay lugar para una duda considerable respecto a la exactitud de las fechas en que aquéllas fueron realizadas”.

En vez de escribir en forma razonable “Ocurren cambios excepcionalmente rápidos en el país”, escriba “Ocurren en el contexto del país cambios que son verdaderamente excepcionales respecto a la rapidez de su acontecimiento”. […]

3) No revise. Escriba apresuradamente, de preferencia cuando esté cansado. Hágalo sin plan, escriba los puntos conforme se le ocurran. Jamás reescriba o redacte más de una vez el mismo texto. Así, el artículo será espontáneo, y pobre. […] Releerlo pocos días después podría llevarlo a correcciones que rara vez empeoran el estilo.

Si usted proporciona su manuscrito a colegas (una mala práctica), no preste atención a las críticas y comentarios. Más tarde, resista toda sugerencia del editor. Debe ser fuerte e infalible, no deje que nadie doblegue su personalidad. El crítico trata de molestarlo por algún motivo oculto, inconfesable: la probabilidad que tiene de mejorar su escrito es tan grande que debe estar siempre en guardia.

Sugerencia final para una mala redacción: no lea.

MERRILL, P. W.


[2] LA ESCRITURA EN LOS UNIVERSITARIOS

Los diversos autores y educadores coinciden en señalar que cuando los estudiantes ingresan en la universidad, se espera de ellos adecuados niveles de comprensión de textos y buenas producciones de trabajos escritos. Sin embargo […] los estudiantes tienen serias dificultades para comprender un texto científico y graves problemas para organizar la información por escrito; poca facilidad para identificar ideas principales y ocultas en la información; problemas para argumentar, encontrar, organizar y seleccionar la información (Cerros, 1995, McCormick, 1997, Murray, 1987, Bono, 1998).

Bono et al. (1998), siguiendo a Bereiter y Scardamalia (1992, citado por Bono, 1988;15), presenta dos modelos de procesos de composición para entender la escritura en los universitarios: “decir el conocimiento” y “transformar el conocimiento”. El primero explicaría los procesos de la composición denominada “inmadura”, mientras que el segundo daría cuenta de los procesos utilizados por los escritores “maduros”.

Según la autora, se considera de suma importancia que los estudiantes accedan no sólo a decir el conocimiento, sino principalmente a transformar el conocimiento. La transformación del conocimiento se produce a través de una interacción entre el contenido, el lector y sus posibles reacciones frente al texto. Esta perspectiva obliga al escritor a decidir cómo organizar el contenido de su producción escrita, teniendo en cuenta la audiencia a la que está dirigido dicho texto. Un texto bien elaborado exige, entonces, un esfuerzo por parte del escritor de adecuación al lector, es decir de relieve, de elección de palabras, de organización de las ideas, de revisión.

Cuando se hace referencia a transformar el conocimiento, se hace alusión a los procesos del escritor, es decir, a lo que le sucede al autor mientras escribe una obra. Según la autora, Scardamalia y Bereiter mencionan que autores experimentados indican que su comprensión de lo que están intentando escribir cambia y crece durante el proceso de composición: se considera de fundamental importancia reconceptualizar el tiempo de las revisiones, correcciones y reescrituras a fin de que los alumnos no sólo produzcan buenos textos sino que puedan, también, transformar su conocimiento. […]

En la escritura académica las ideas no “surgen de una vez”, son fruto de un proceso de lecturas y relecturas, de reescrituras sucesivas en torno de una idea, un concepto, una pregunta; es pensar a medida que se escribe o pensar a través de la escritura. Murray (1997) expone a este respecto que cuando nosotros revisamos lo que hacemos estamos revisando lo que pensamos, nuestros sentimientos, nuestra memoria, lo que nosotros somos. En la revisión las palabras cambian para producir algo nuevo y reconfigurar nuestro pensamiento. Las correcciones simbolizan lo que nosotros pensamos, lo que nosotros creemos, lo que a nosotros nos preocupa y cómo nosotros vemos el mundo.

ROMERO, F.